El gusto estético, la aptitud de ver y saborear lo bello, de percibir íntimamente la hermosura, es una síntesis armónica de los sentidos, el intelecto, la voluntad y el aprecio, de las capacidades cognoscitivas y afectivas todas de la persona. Nos encontramos en un contexto popular y cultural poco a poco más frenético y superficial, lo que, entre otras muchas cosas, hace la tarea de educar mucho más complicada y al unísono distancia a nuestros pequeños -y no solo a ellos, evidentemente- de lo esencial. Un sinfín de actividades les separan ahora del juego libre, de la naturaleza, del silencio, del conocimiento sereno y profundo de las cosas y de su valor, de la hermosura. Pero la belleza llega hasta nosotros a través del asombro, un sentimiento de sorpresa y de admiración frente algo que no esperábamos y que nos impulsa al conocimiento, a la contemplación y al disfrute, al deleite. En esas preferencias, en esas experiencias y en esos deseos nos reflejamos y nos encontramos en cierta manera a nosotros. El ser humano se hace a sí mismo según el modo perfecto en que concibe la belleza, esto es, según el modo perfecto de percibir, sensible e intelectualmente, el bien, la perfección y la plenitud en el campo de lo real.
Albright-Knox Art GalleryMarcel Duchamp y el vaciamiento estético del arte. La belleza que muchas veces nos muestra la tendencia no es verdaderamente verdadera y profunda, pues sus parámetros no resisten el paso del tiempo. Y si hay una palabra que defina el frenesí vital de la modernidad en Occidente, tal es superficialidad. Algo de esto percibió ahora Dostoievski en el momento en que escribió que “la belleza salvará al planeta”. Acudamos a un ejemplo, el cuadro de Guy Rose titulado La Mère Pichaud, pintado el año 1890.
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Se educa a través de vivencias estéticas, del acercamiento con la hermosura, gracias casi siempre a que alguien adivina a despertar en nosotros esa aptitud de percepción profunda de lo bello y nos enseña a “gustar” y saborear, a gozar, a conmovernos con algo hermoso. La hermosura nutre nuestra energía y hace en nosotros un gozo profundo, nos impulsa hacia lo destacado de nosotros mismos y nos hace intuir en la verdad y en las otra gente un “algo más” ideal y sublime, atrayente. Heidegger afirmaba que las obras de arte despiertan en nosotros el misterio de la verdad; son, confirmaba, una revelación, una “epifanía del ser”.
Presenciar desconcierto, en comparación con otros estados, disminuyó la impaciencia y provocó que la gente percibieran que tenían considerablemente más tiempo disponible. Para todos los que están apasionados en la filosofía y su enseñanza, en la educación y sus fundamentos, en el conocimiento que busca la realidad, en el ejercicio y la consolidación de la libertad, en la capacitación humana, en el sentido de la vida… Vimos que el contenido de una pintura no es el objeto que sirve de modelo ni el hecho contado en el cuadro, sino más bien la expresión plástica, llevada a cabo de color y también imagen, que el pintor plasma en el lienzo.
La percepción de la belleza, en este marco, involucraba también la del bien y la realidad, al capturar la perfección caracteristica de la verdad contemplada en su orden. La intensidad de la belleza de todas y cada una de las cosas era fruto de su intensidad ontológica, de su perfección. Los griegos habían percibido esto, señalando el ideal de la kalokagathía, de la unidad de fondo de lo precioso y de lo bueno como facetas de una misma situación. Lo que conmueve es el valor simbólico que consiguen sobre todo la mesa y la silla, las manos y la figura de la anciana.
Como Es La Diferencia Entre La Sorpresa Y El Asombro
El gusto no sería entonces la causa de que algo sea hermoso, sino más bien su consecuencia. Empecemos por reflexionar en la experiencia estética, en ese encuentro -en ocasiones un auténtico encontronazo-, que nos saca de la indiferencia o de la monotonía y despierta nuestra admiración, nuestro desconcierto. La hermosura, en efecto, es objeto y fundamento de una experiencia humana singular, camino favorecido que nos deja asomarnos al orden profundo de la realidad y a lo humano persistente, latente en nuestra vida diaria. Todavía faltan estudios considerablemente más finalizados sobre esto, pero algunas investigaciones preliminares proponen que la aptitud de desconcierto, y los sentimientos positivos que genera, puede contribuir a achicar la inflamación en el cuerpo. Duchamp lo tituló provocativamente “Fuente” , lo firmó bajo el seudónimo de R. Mutt y lo presentó en 1917 a la Sociedad de Artistas Independientes de Novedosa York para que fuera incluido en su exposición de manera de forma anual.
Todo es teoría, hasta el momento en que se experimenta, y lo que yo ensayo es una sociedad en crisis. Si tú no tienes dinero para dar de comer a tu familia o a ti, tienes un problema económico, pero si un porcentaje fundamental de la población no lo tiene, entonces, se transforma en un problema político. Autor del libro “Mi promesa digital” Consultor en transformación cultural-digital, entusiasta activista para la creación de una sociedad digital. En el momento en que nos sorprendemos sentimos que no administramos la situación y que no podemos acertar lo que pasará. No obstante, pensamos que tenemos una alta necesidad y aptitud de afrontarlo.
Su intensidad y duración cambian dependiendo de la causa que la origina, así como de los puntos particulares de la gente. Puede ser tanto físico como mental, en la medida en que puede dar rincón a fuertes experiencias anatómicos y a un grave desequilibrio sensible. Los activadores primordiales de la tristeza son la pérdida o la separación (pérdida de un individuo cercano, del trabajo, la situación, el estatus…) y el fracaso . En el instante en que estamos enamorados lo reflejamos en todo nuestro ser; en el aspecto físico, en los pensamientos, en nuestra forma de actuar y de relacionarnos. Anti-arte, anti-literatura, anti-dadá incluso… Es el caos, el azar… tirando hacia lo gamberro, hacia lo provocador. Duchamp, anticonvencionalista refinado e irreverente, “olió” que la pintura estaba muerta, pudriéndose en los museos/mausoleos, y “descubrió la hermosura” en lo coyuntural, lo fugaz y lo superficial.
Expresión Corporal
Se entiende como una desagradable emoción que aparece tras la percepción de peligro o una amenaza. Su intensidad y duración varían en función de la causa que la origina, así como de los aspectos particulares de las personas. Si se produce con demasiada continuidad, puede transformarse en un estado crónico de depresión. Uno de los investigadores más populares por sus trabajos relacionados con las emociones es Paul Ekman.
La Modernidad surgió con la iniciativa suprema de autonomía en todos y cada uno de los órdenes de lo humano, lo que también se aprecia en el arte, que pausadamente se irá alejando de la realidad como referente para convertirse más que nada en libre expresión del artista. Hallamos de esta forma un nuevo modo de ver la realidad que la refleja, no como se considera que “es”, sino como el artista la percibe. La preocupación del arte no estribará en ser la voz de aquello que exudan las cosas, que configura su naturaleza y que al unísono las trasciende, sino en ser la voz y la obra autora del artista, del hombre “superior”, tocado por el genio. Tras Kant la realidad de las cosas por el momento no va a ser medida por el intelecto y el cariño divinos, sino más bien por la razón humana.
Las personas tienden a seleccionar sus acciones y ocupaciones basados en las emociones actualmente, puesto que pertenece a la naturaleza de las conmuevas incitar a realizar una cierta acción. Es una contestación de MUY CORTA DURACIÓN, que de forma rápida DERIVA EN OTRA EMOCIÓN. De esta manera por servirnos de un ejemplo, en el momento en que nos sorprenden con una visita inopinada de alguien que deseamos bastante, experimentamos sorpresa-alegría. En el momento en que nos acordamos del olvido de una cita fundamental con nuestro jefe, experimentamos sorpresa-miedo. En el instante en que de súbito alguien nos habla de forma descortés, experimentamos sorpresa- íra.
Qué Diferencias Hay Entre La Sorpresa Y El Asombro
El aspecto más fundamental de la actividad artística es seguramente la transmisión de sentimientos. Esa transmisión espolea y hace, conmueve, sacando de la indiferencia. Por otro lado, si nos fijamos en el resto de las partes del cuerpo cuando un individuo está parado las rodillas encorvaron y el cuerpo se inclina hacia enfrente después se retira de nuevo.